sábado, 15 de noviembre de 2008

FESTIVAL DE LA PATAGONIA – PUNTA ARENAS - PRIMAVERA DEL 2007


El golpe de frío que se recibe al salir del interior del Aeropuerto de Punta Arenas, se va atenuando rápidamente con el calor humano y el cariño que se recibe de la gente que vive en esas australes latitudes. Habíamos albergado durante mucho tiempo el deseo de visitar esa zona y participar en el mítico Festival de la Patagonia, en el cual desde sus comienzos por allá a fines de la década del 60, sabíamos que se había cimentado una complicidad musical Chileno – Argentina, que había calado hondo en la sensibilidad de nuestros hermanos Magallánicos.

Si para nosotros, Punta Arenas y este viaje, tenían una connotación especial, para nuestro compañero de grupo, Jaime Jélvez, tenía un significado aún mayor. Claro, él estaba volviendo a sus orígenes, donde había nacido y desarrollado su niñez y juventud. Y ahora la vida le brindaba la posibilidad concreta de reencontrarse con familiares y amigos. En el año 1985 había emigrado a Valparaíso para seguir con sus estudios en la Educación Superior, titulándose posteriormente como Profesor de Estado en Educación Musical, radicándose y echando raíces en nuestro Puerto.

El 2007 había sido un buen año para el Diapasón Porteño, puesto habíamos concretado una nueva producción discográfica de tonadas chilenas, con las voces de Cecilia Echenique y Mario Rojas y habíamos tenido una reiterada participación en el nuevo ciclo del programa televisivo del Canal 4 de Valparaíso, “ Otra cosa es con guitarra”, conducido por el destacado profesor Guillermo Nur. Así que cuando nuestro amigo magallánico, “Pancho” Marín, nos plantea una alternativa de gestión para asistir como invitados al show del Festival de la Patagonia, pensamos que de concretarse, sería “la guinda de la torta” y cruzamos los dedos, esperando paciente y confiadamente, que esta vez podría resultar... y resultó.

Comenzaron entonces las comunicaciones directas con los organizadores del Festival para afinar detalles, y también nuestras gestiones administrativas en nuestras respectivas “pegas”, para poder disponer al menos de una semana, para asistir tranquilamente a tan importante evento.
El Diapasón Porteño en esta oportunidad estaba integrado por Abelardo Báez, Jaime Jélvez, Eladio Alfaro y Juan Hernández, quienes comenzamos a preparar un repertorio que nos permitiera mostrar con propiedad, a un público que sabíamos exigente, la variedad de sonidos que posee el desarrollo de la guitarra grupal chilena y latinoamericana. Llevábamos como “cartita bajo la manga”, la hermosa voz que posee Eladio, lo que nos iba a permitir también, complementar nuestro trabajo instrumental, con algún tema cantado.

Preparamos con mucha dedicación nuestro show de aproximadamente 40 minutos. Un par de registros en video que complementan este artículo, dan cuenta de lo que entregamos y recibimos. Nuestro repertorio recreó sonidos latinoamericanos y clásicos, llegando a un punto muy especial con la interpretación, de un himno para ese público, como es el vals “Corazón de escarcha”, de Chilote Campos y Tito Barrientos. El público Magallánico fue muy respetuoso y generoso ante nuestra entrega musical, y cantó con nosotros y nos hizo acreedores al “Ñandú”, símbolo reservado para los ganadores de la competencia y también para sus favoritos en el show, el cual, muy sorprendidos recibimos de manos de Mario Almonacid, Director del evento.


No obstante, hubiésemos querido haber tenido y haber visto una mayor convocatoria de público durante el desarrollo del Festival, siendo éste el único punto criticado por los medios, pero supimos también de las dificultades que tuvieron los organizadores para lograr sacarlo adelante, lo que estuvo marcado por la incertidumbre en la fecha del evento y una bajísima difusión de éste. Bueno, en definitiva, los que no asistieron se perdieron un impresionante despliegue de artistas locales de primera línea, con quienes tuvimos la oportunidad de compartir escenario también junto a Bordemar, Barrio Latino, Estudiantina La Chimba, Los Huasos Hidalgos, Arak Pacha, Marcela Moreira, Zamba Quipildor, entre otros.

No puedo dejar de mencionar el emocionado reencuentro que tuve con un gran amigo guitarrero, con quien compartí trabajos musicales en Valparaíso a fines de la década del 70. Él es Mario Grandi, quien en esta oportunidad además, tuvo una destacada participación como solista y reviviendo, después de 10 años, el Grupo Yamán, quienes fueron ovacionados por el público.

Fuimos muy afortunados con el clima, lo que nos permitió conocer y recorrer una gran cantidad de lugares, todos con una inmensa carga histórica, por ejemplo, el reconstruido Fuerte Bulnes, mediante el cual a mediados del siglo XIX, Chile tomó posesión de esas tierras; Puerto de Hambre, intento de colonización española a fines del siglo XVI, cuyos habitantes tuvieron un fatídico fin, muriendo todos de inanición; el Cementerio de Punta Arenas, lugar de visita obligado cuyo paseo permite conocer una gran cantidad de familias colonizadoras; y a lo lejos, divisar con dolorosa emoción la Isla Dawson, donde en 1973 la dictadura militar instaló uno de los primeros campos de concentración de prisioneros políticos.
Infaltable el asado de cordero al cual fuimos invitados y agasajados, por extrañables nuevos amigos, entre varios más, Juan Tabilo, Hugo y Nora Marín y una gran cantidad de músicos y cantores locales, que nos permitieron disfrutar de una improvisada Peña Folklórica al aire libre.

Mención aparte merece el destacado profesor de guitarra, Sr. Fernando Bargetto, jurado en el Festival, quien se declaró ferviente admirador del Diapasón Porteño, teniendo la gentileza de organizarnos un privado cóctel y recepción en un restaurant, junto a un pequeño grupo de amigos, lo que a la postre se convirtió en un concierto íntimo que gustosamente entregamos a modo de agradecimiento por tanta, expresión de cariño recibida.


Una vez más, nuestras guitarras y la complicidad de muchos amigos, entre otros, el incondicional Abelardo Báez (padre) y el intrépido “Flaco” Jiménez que nos acompañaron, en el viaje, nos permitieron acceder a experiencias de vida irrepetibles. Como no estar agradecidos por todo eso.

El "Ñandú" por decisión unánime fue entregado a nuestro querido compañero Jaime Jélvez, acreedor por derecho propio, quien llegando de vuelta a Valparaíso, inmediatamente se lo regaló a su emocionado padre, don Isaac, ocupando este trofeo, un lugar privilegiado en el rincón de la nostalgia magallánica de su casa en Quilpué.

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